Plan de Carlos Noel (I): una propuesta estética y funcional

Desde el virreinato hasta la fundación de La Plata en 1882, la Confederación Argentina no se destacó principalmente en materia de urbanismo o arquitectura por ser un territorio de innovación. Basta con ver la cuadrícula de damero de las ciudades coloniales (desde Buenos Aires hasta Salta) y los sucesivos parches aleatorios en el tejido urbano que sufrieron con el transcurrir de las décadas.

Esta disposición quizá era óptima en el siglo XVI y XVII para organizar el repartimiento de tierras, entre otras cosas, pero llegada la revolución industrial y todas sus consecuencias urbanísticas —crecimiento hiperbólico de la población, aparición de nuevos agentes contaminadores del aire y del agua, obsolencia de la (precaria) infraestructura existente, entre otros— la aparición de pestes no se hizo esperar. Quizá por eso la peor epidemia de fiebre amarilla que sufrió Buenos Aires, entre 1870 y 1871, fue la que sirvió como golpe de realidad para el diseño de La Plata: una ciudad ajustada a la nueva ideología racionalista académica de Europa, con calles anchas, diseñada desde una escala humana y con parques y plazas. Tal fue el nivel de genialidad del diseño de La Plata que ganó dos premios en la Exposición Universal de París como «Ciudad del Futuro» y «Mejor realización construida».

Tras el paso de los años y la influencia del higienismo en el urbanismo, Buenos Aires adoptó algunas de sus ideas con el transcurso de los años. Hacia el centenario, reformó la cuadrícula con las Diagonales Norte y Sur y abrió la Avenida de Mayo. También se comenzó a gestar la idea de la Avenida Norte-Sur, así como el proyecto del Puerto Nuevo tras la obsolescencia del Puerto de Eduardo Madero.

Tal es así que en 1922, tras ser electo Intendente de Buenos Aires, Carlos Noel recibe una ciudad pujante económicamente, con un gran centro urbano marcado por características culturales y una arquitectura más que admirable, pero con una periferia residencial precaria y con graves problemas edilicios y de saneamiento. Los «suburbios» de Buenos Aires, ubicados hacia los barrios de Flores, Agronomía y Barracas, no eran más que pueblos levemente urbanizados donde sus habitantes convivían en el mismo ambiente físico que sus animales de cría. Por otro lado, la vivienda del habitante promedio del centro de Buenos Aires tampoco era muy plácida: los conventillos abundaban y toda una familia convivía hacinada en una habitación precaria.

Fue en esta época que, entonces, para la reorganización del territorio, la Municipalidad de Buenos Aires y bajo la dirección específica de Carlos Noel creó el Plan Regulador y de Reforma de la Ciudad de 1925. Como estamos acostumbrados en este paradigma anti-estético, este plan es gravemente criticado hoy en día puesto que es conocido solo por sus propuestas estéticas. Después de todo, fue creado por la Comisión Estética Edilicia de la Municipalidad. Sin embargo, se suele olvidar que fue el primer plan urbanístico sensible que tuvimos en esta ciudad, bajo los valores del higienismo y el progreso internacional que llevaron al éxito urbanístico a ciudades como Chicago o Melbourne en el mismo período.

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Proyecto del Puerto Nuevo y Retiro propuesto por la Comisión de Estética Edilicia en el Plan Orgánico de 1925.

El Plan Noel de 1925 establece como prioridad principal encontrar una solución a la problemática de la expansión del territorio de la Ciudad de Buenos Aires. Para esto, propone la integración de los pueblos aledaños al tejido urbano y una actualización de la infraestructura acomodada a las necesidades modernas de la época. Según Noel describe en el Plan, éste «no se trata de un plan monumental del tipo llamado “de los Artistas” sino de un plan cuya expresión asume el propósito de fusionar las tendencias expuestas, y que se ha tratado de lograr con los medios más sencillos y económicos posibles».

Buenos Aires, a pesar de ser la Capital de un país eminentemente rural, constituye su atractivo más importante, absorbiendo el mayor interés de su población, llegando a producir idéntico fenómeno al que se registra en Europa, a partir del Siglo XIX, por no citar los más semejantes y concluyentes ejemplos de Estados Unidos. La emigración que se detiene en ella, sus condiciones de « confort », han determinado un desarrollo precipitado e imprevisto.

—Carlos Noel, Proyecto Orgánico para la Urbanización del Municipio, 1925.

El Proyecto de Ley presentado para la creación de la Comisión de Estética Edilicia Municipal (a cargo del Proyecto Orgánico) estaba fundamentado en que la obra edilicia de Buenos Aires debía sintetizar «la expresión total del sentido estético a que aspira el progreso social e intelectual de la Nación» y que «colocada, ante el extranjero, a las puertas del país, ha de constituir la manifestación más avanzada de la prosperidad y personalidad moral, intelectual y social de la Nación».

Desde el punto de vista estético, se ofrecía como programa edilicio:

  1. La reconquista del río: con la creación de una Avenida Costanera (construida), la organización de un Balneario Municipal, la creación de barrios costeros y la apertura de la Plaza de Mayo hacia el río.
  2. Diagonal Norte y Sur y Avenida Santa Fe — Construcción de otros edificios nacionales, del palacio municipal y de la industria y el comercio: además de concluir la construcción trunca de las diagonales (sólo se logró completar la Norte) se proponía el traslado de la Municipalidad hacia el fin de la Diagonal Sur (a la semejanza del fin de la Diagonal Norte con su fin en el Palacio de Justicia).
  3. Embellecimiento del Barrio Sur — el barrio tradicional: además de proponer un museo al aire libre y de incluso un museo de arquitectura, establece las bases para lo que fue la primer ordenanza de protección patrimonial del barrio de San Telmo mediante la eliminación de los conventillos y la puesta en valor de las edificaciones virreinales.
  4. La Plaza de Mayo: se eliminaría el Cabildo y se proyectaría un edificio simétrico al del Palacio Municipal donde se alojarían ministerios, salvando solo la Sala de los Cabildantes.
  5. Reglamentación de la Plaza del Congreso, del Paseo Colón y de algunas plazas: se proponía una reforma de la Plaza del Congreso, llamada «la más decorativa» de la ciudad, y proponiendo una fisionomía similar a la de la Cour del Louvre o la Plaza Vieja de Salamanca.
  6. Barrios obreros, jardines y stadiums deportivos — Embellecimiento suburbano: la parte más importante de este plan, propone la creación de barrios obreros con una arquitectura homogénea y pintoresca, estudiada por cuadras y ajustada a las necesidades de cada territorio. Cada uno de estos barrios tendría una gran plaza destinada a «ejercicios físicos» y se exigirían árboles en los terrenos baldíos y cercos vivos, castigándose con fuertes impuestos (sic) a los terrenos no arbolados.
  7. El asilo de mendigos: sería trasladado a una zona periférica a un edificio de mejores proporciones y mayor acomodación.
  8. Los viaductos de los ferrocarriles: los viaductos que cruzaban la Avenida Alvear serían eliminados y trasladados. Los que debían quedarse, serían embellecidos y camuflados por edificaciones afines para no entorpecer la armonía de la avenida.

Es increíble pensar cómo sería hoy Buenos Aires de haberse cumplido este plan en su totalidad. Como habrán imaginado durante su lectura, sólo se cumplieron el punto 3, el 6 y el 8 en su totalidad; mientras que el resto solo una porción o para nada.

El Plan Regulador, sin embargo, proponía un sinfín más de proyectos que sí fueron cumplidos. Tras un exhaustivo análisis urbano por parte de esta comisión, el estudio de la ciudad de Buenos Aires arrojó conclusiones más que interesantes acerca del crecimiento demográfico de la urbe. Mediante la confección de este plan, Buenos Aires se convirtió en la primer ciudad latinoamericana en analizar en profundidad el tránsito vehicular particular y el tránsito colectivo de tramways por calles y franjas horarias, el volumen de residuos por día y calle, el abastecimiento general de la ciudad —sanitario y eléctrico—, el acceso de cada barrio por cada boca de subterráneo, y una eternidad más de características que dispararon propuestas para cada una de esas situaciones.

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Proyección a futuro de líneas subterráneas propuesta por la Compañía de Tramways Anglo Argentina

Respecto al tránsito, se estudió el estacionamiento de vehículos y se reglamentó para favorecer a la resolución de una problemática vehicular que aun hoy nos complica en la zona del Centro. Se creó incluso un diagrama demostrando el tiempo necesario para recorrer en automóvil las calles centrales a las 17:30 horas. Según el análisis, las causas generales de la congestión eran: primero, los vehículos a marcha lenta, y segundo, el estacionamiento que reduce la sección utilizable de la calzada. Para solucionarlo, propone una versión de lo que hoy conocemos como «onda verde», con el fin de hacer circular a una velocidad conveniente y uniforme la masa de vehículos en movimiento a las horas de tráfico máximo. Las dificultades que encuentra el tráfico de los vehículos fuera del núcleo central de la ciudad, según el informe de la comisión, son las mismas que encontramos el día de hoy: no están tanto en la amplitud de calles y avenidas, sino en su dirección y continuidad.

Se estudió también el flujo de pasajeros y su origen respecto al transporte común. Se analizaron las combinaciones con líneas de ferrocarril y tramways, y para esto se propuso una serie de proyecciones alternativas a la propuesta por la Compañía Anglo Argentina de Tramways, priorizando cada una el origen de los pasajeros, la proyección supuesta del crecimiento urbano y la expansión del ferrocarril, las zonas geográficas a cubrir, etc.

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Estudio de la intensidad del tráfico de vehículos realizada por la Compañía de Tranvías Anglo Argentina para la Comisión de Estética Edilicia

Asimismo, siguiendo el método indicado por William Atlsinson basado en el recorrido del sol, se investigó el asoleamiento de las calles y se reglamentó la altura de fachadas y su asoleamiento según sus orientaciones, fundamentado en la demanda de los Congresos de Higiene y Tuberculosis e incluso siguiendo los lineamientos del 6to Congreso Internacional de Tuberculosis realizado en Washington en 1908. Reglamentó así también el volumen necesario de espacios libres no edificados por zona y lote, tanto de espacios públicos como de patios interiores.

De igual manera, se inventariaron todas las avenidas y calles —existentes y proyectadas— y se evaluaron tipologías nomencladas como «Avenidas y Paseos» que, según diversas variables como la densidad poblacional, la distancia de los centros, la cercanía a arterias importantes, la cercanía a plazas o parques o el carácter del barrio, proporcionaban a cada calle, pasaje o avenida una organización del espacio privado, de jardines frontales (llamados de «servidumbre»), aceras, calzada, arbolado y jardines públicos.

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Modelos de Avenida y Calle Paseo propuesta por J.C. Forestier para la Comisión de Estética Edilicia.

El final de este Proyecto es sin embargo lo más interesante y el objeto de estudio que más resalta el carácter minucioso y ambicioso de este Plan. Referido a las Construcciones Hospitalarias, se inventariaron todos los establecimientos y se propuso la extensión de los existentes así como la disposición de nuevos edificios en base al número proyectado de enfermos —por enfermedad y por zona geográfica— y la accesibilidad de éstos a un establecimiento sanitario. Referido al abastecimiento general de la ciudad, se analizó la concentración de mataderos y de mercados por tipo y zona geográfica, así como se puntualizaron problemáticas específicas como la falta de usinas para la limpieza mecánica de leche y su pasteurización, la inconveniencia del transporte del pescado y ciertas frutas, las costumbres de las distintas clases poblacionales para la compra de sus víveres, y la provisión de dichos mataderos y mercados a través de los ferrocarriles. Incluso se presupuestó el valor de los establecimientos destinados para los mataderos y mercados (aproximadamente 10 millones de pesos moneda nacional) y se censó a la población, arrojando resultados como que cada 20 mil habitantes existía un mercado.

La memoria final establece lo más importante de este Plan Orgánico, y que reside en su carácter multidisciplinario: a diferencia de las Comisiones Edilicias de otros países como Estados Unidos o Francia, la de Buenos Aires previene la extensión urbana y la regula siguiendo los lineamientos estéticos e infraestructurales necesarios, y no se conforma con sólo embellecer los centros cívicos.

Insistimos en que: «El plano de una ciudad es la expresión de una vida colectiva» y la ciudad, pues, no sólo debe llenar una finalidad material de bienestar común, sino invitar a sus habitantes a realizar un alto propósito. El ideal de un programa social superior es el que devolverá a las ciudades modernas la belleza perdida. «Sólo ciertos estados sociales provocaron la creación de los hermosos ejemplos del pasado». 

— Comisión de Estética Edilicia Municipal, 1925.

Este plan fue galardonado internacionalmente por estas características. Afortunadamente, la intendencia de Noel hasta su renuncia en 1927 hizo que el Plan pudiera llevarse a cabo en más de la mitad de su totalidad. El gobierno nacional —radical, al igual que Noel— colaboró con la ejecución de proyectos habitacionales siguiendo los lineamientos de la comisión, incluso luego del Golpe de Estado de 1930. Las sucesivas crisis políticas debilitaron la existencia y el poder de la comisión, provocando su desaparición y el olvido de las propuestas estéticas de ésta. Por suerte, muchas de éstas sobrevivieron, y fueron tan relevantes y magníficas que lograron que el olvido posterior por la urbanización de los gobiernos militares y el peronista no las afectara en absoluto.

 

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